Viaje a Grecia con el proyecto RefuGEN

Estuvimos en Grecia del 29 de mayo al 5 de junio con el proyecto Refugen. Diego como médico ginecólogo y yo como terapeuta formada en primeros auxilios. Para trabajar dentro del sector sanitario como voluntario hay que ir con una organización como Médicos del Mundo, Médicos sin fronteras u otra (generalmente te piden un certificado de buena conducta del Ministerio de Justicia). Dependiendo de las circunstancias hay que comprometerse para un mes o seis meses. Nosotros íbamos solo una semana.

Para ir a Salónica o Tesalónica desde Madrid no hay vuelos directos, por lo menos no en época baja. Siempre hay que hacer una escala de mínimo unas 10 horas: Atenas, Estambul, París.... Decidimos hacer escala en Bruselas.

Skala es una pequeña comunidad ubicada en la ladera de una cadena de montañas cubiertas de bosques de robles. Un lugar precioso. Cuando nosotros llegamos había unas diez personas de diferentes nacionalidades, austriacos, alemanes, escoceses, griegos, españoles,... que estaban allí como voluntarios de la misma comunidad o con Refugen.

El primer día nos dividimos en dos grupos, una parte nos fuimos a Tesalónica, donde Skala colabora con una organización griega, Oikopolis. Otra parte de los voluntarios se fue al campamento de Lagadikia a colocar la ropa dentro de los contenedores.

En Idomeni eran unas 10.000 personas que han sido redistribuidas en unos 15 campamentos en Tesalónica o en otros campamentos de otras regiones. Hacía una semana que Idomeni había sido desmantelado y había mucha necesidad de ropa.

El martes fuimos al campamento de Lagadikia y nos presentaron al equipo que actúa allí, una organización danesa. La mujer que tiene a cargo todos los campamentos del norte de Grecia, Alison, es encantadora, habla perfectamente español y algo de árabe.

En Lagadikia habrá unas 100 tiendas, la gente puede salir del campamento e ir al pueblo. Todos están deseosos de recibir ropa limpia, ya llevan una semana en el campamento de Lagadikia. Los niños se acercan a los contenedores donde trabajamos y nos piden ropa y juguetes. No entienden que les digamos siempre: “Hoy no, dentro de unos días, los sentimos.” La gente no tiene nada que hacer, en su mayoría son jóvenes. Por la tarde volvemos a Tesalónica.

El martes a primera hora de la mañana, llaman de Médicos del Mundo a Diego. ¡El jueves y el viernes podemos ir a Oreokastro y llevar una consulta médica de ginecología!

El miércoles fuimos primero al campamento de Lagadikia. Cuando salimos del campamento una niña de unos tres años se me agarró y se subió a nuestro coche. Varias veces tuve que sacarla. No nos conocía de nada, pero se empeñaba en irse con nosotros. Encontré al final a su madre que se la llevo.

Entendemos que la colaboración con el propio pueblo de Lagadikia, ya sea a través de los curas o quien sea es importante. Los refugiados llevan poco tiempo, pero por los dos lados pueden aparecer miedos, malentendidos y agresividad.

Esa noche hubo tensiones en el campamento de Lagadikia. Al parecer hubo una discusión por una silla que terminó en pelea. Al día siguiente nadie de la comunidad fue al campamento, nos dijeron que no era seguro.

El jueves nos presentamos en el campamento de Oreokastro. Una de las enfermeras era una joven española muy simpática. En el campamento había corrido la voz de que venía un ginecólogo y pronto vimos como se iban llenando las escaleras que subían a la consulta. Teníamos asignada una traductora que hablaba árabe y griego, pero inglés…más bien poco. Tratamos a unas 40 mujeres al día. Diego llevó la parte médica y yo conversaba más con ellas, oía sus historias, jóvenes de 15 años, de 23,… madres de 2 o 3 niños, con anemia, hongos, infecciones,…..Nos habíamos llevado un aparato para escuchar el corazón del bebé en el vientre de la madre, allí no había ecógrafo. Que sonrisa esbozaban las mujeres, sus ojos se abrían cuando escuchaban por primera vez el corazón de su futuro hijo. Recuerdo una mujer de 23 años, su tercer embarazo. Estaba en el quinto mes de gemelos, estaba feliz de escuchar los dos corazoncitos. Pero también me tocó la presión que leía en algunas, la presión del miedo. Recorrí el campamento de Oreokastro para hablar con alguna mujer con la que quería aclarar algo del tratamiento.

En el campo de Oreokastro, al nivel profesional, no era facil por la falta de medios. Teniamos que desviar las personas al hospital  en los casos urgentes como sospecha de apendicitis o de  embarazo ectopico o de torsión de quiste ovarico.  Las analíticas solo una vez a la semana y ecografias teniamos que poner una lista para el hospital. Pero el grupo de profesionales que estabamos alli, era extaordinario, gente llena de generosidad y compromiso,  con la voluntad de ayudar. Eramos de nacionalidades distintas, pero todas y todos con el mismo objectivo. Comprender y ayudar como podiamos. Los que mas nos llenaba el corazon eran las sonrisas  de agradacimiento de parte de los refugiados. Estan a la vez con la ansiedad de lo que va a ser el futuro y la esperanza de una vida mejor.

En la comunidad de Skala, encontramos la misma generosidad y compromiso para ayudar alos refugiados. Volvemos habiendo vivido una experiencia humana intensa, tanto con los refugiados como con los compañeros de Skala, Refugen y Médicos del Mundo.

Claire Suanzes Rey

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